Mi perro Toby llegó a casa porque mi abuela se
moría, esa es la realidad. La mujer se moría, y mi madre pensó que comprándonos
un perro pensaríamos más en la vida que acababa de llegar, que en aquella que
se estaba yendo. Y así fue. No es que dejáramos de pensar en mi abuela, eso era
imposible, pero éramos niños, y la idea de tener un cachorro nos emocionaba
muchísimo.
Cuando Toby llegó a casa cabía en un gorro de lana. Era un peluche, en serio, era el perro más bonito y achuchable del mundo. A medida que fue creciendo ya se fue poniendo un poco más feo y menos amigable. Creo que pasa lo mismo con muchos niños pequeños, pasan de ser graciosos y bonitos a ser unos cabrones en muy pocos años.