Yo tengo un colmillo de
elefante en mi casa. Es enorme y está sobre una mesa que tengo en una esquina
del salón. Todo el mundo que entra en mi piso es en lo primero en lo que se
fija y de lo primero que pregunta. Les choca ver que un tipo como yo, amante y
defensor de los animales, tenga algo así en el salón. El colmillo de un animal que
posiblemente estaría tranquilo comiéndose una hierba en medio la sabana, sin
hacerle daño a nadie, y un capullo le metió un tiro en la cabeza. Y no lo hizo
por necesidad, y con esto quiero decir que no lo hizo para comerse la carne y
alimentar a su familia, lo hizo porque sabía que otro tipo más capullo que él,
yo, o cualquier otro gilipollas profundo como yo, lo compraría para ponerlo en
su salón a modo de decoración.
Intento explicarles que
es de mentira, que es sólo la rama de un árbol que me encontré en la calle y
que lijé cuidadosamente y pinté con mucha paciencia para que pareciera un
cuerno de elefante, pero no me creen. Les digo que lo hice solo para ver la
reacción de las personas al verlo, y para comprobar si estos creían en mí
cuando les digo que no es un colmillo de verdad, o simplemente creen lo que ven,
un colmillo.