¿POR QUÉ NO ESCRIBIR UN BLOG?

¿Por qué no escribir un blog?

Ilustración Luis Llacer @llacerart Hay tantos blogs en Internet que uno más no se iba a notar. Dudo que algo de lo que yo pueda contar ...

viernes, 27 de mayo de 2022

Una de propinas


Hoy hemos tenido una reunión en el restaurante para hablar sobre el delicado tema de las propinas. Tenemos que hacer algo para que estas suban. Estamos en un lugar rodeado de yates y coches de lujo, y los cabrones se quedan esperando a que les des sus cinco céntimos de vuelta. Entiendo que si vas por ahí dejando propinas de ensueños quizás no tendrían estos barcos, mansiones y estas naves espaciales, pero coño, podrían dejar caer unas migajas. De cada 100 clientes que entran por la puerta solo dos dan los buenos días, y solo uno lo hace porque realmente quiere y no obligado porque ya le hemos dicho hola tres veces.

Se habla de sonreír más, ser más simpáticos y ser más serviciales. Es complicado sonreír mucho cuando llevas doce horas detrás de una barra, de hecho, más que sonreír, lo que quieres es mandarlos a tomar por culo y desearles que tengan un día de mierda, exactamente igual que el tuyo.

El jefe no quiere opinar , dice que bastante tiene con pagarnos el mínimo legal y ofrecernos un alojamiento “decente”, alojamiento por el que nos cobra casi la mitad del sueldo, como para tener que preocuparse en si nos dan o no propinas.

Las habitaciones que nos alquilan están de puta madre si eres sordo, porque dan a la parte de atrás del restaurante y cuando no están tirando botellas, está el camión recogiéndolas. A las 9 de la mañana se enciende el extractor de la cocina y no para de sonar y de escupir humo hasta las 23 de la noche. A veces se alinean los astros y está el extractor apagado y no hay nadie tirando botellas, en esos momentos de silencio es cuando valoras eso, el silencio, pero entonces salen los dos gilipollas de turno, normalmente camareros y se ponen a charlar de como casi se ligan a una tía la noche anterior, cosa que a los demás nos importa un carajo, o por lo menos a mí.

Los pobres aún no se han enterado de que si este pueblo fuera un barco, nosotros seríamos las ratas de la bodega, y nadie quiere liarse con una puta rata.

Dentro del precio del alojamiento tenemos acceso una lavadora para unas 30 personas. Posiblemente sea la lavadora con peor vida de todo la zona. Hasta parra ser lavadora hay que tener cierta suerte y esta pobre está jodida. El sistema para utilizarla está muy pulido, por ejemplo. Se forma una cola con las bolsas de la ropa de diferentes personas, normalmente hay unas 4 bolsas de forma perpetua, pero he llegado a contar 9. Cuando la lavadora termina, el dueño saca su ropa limpia y mete la de la bolsa que va detrás. Este sistema debería de funcionar bien, pero en ocasiones, demasiadas, dejas tu bolsa en tercera posición, y al cabo de cinco horas va en sexto lugar, ¿cómo ocurre algo así?, sencillo, solidaridad y buena convivencia en estado puro. Eso sin contar con los que meten su ropa y marcan el lavado super largo, con tres prelavados y extra centrifugado, lo que hace que esa ropa pase dentro de la lavadora varios días, y curiosamente, cuando toque el momento centrifugado sean las tres de la mañana.


El hijo de puta del dueño lo tiene bien montado con esto de las habitaciones. Es un puto crack, te ingresa la nómina pero antes de hacerlo ya te ha descontado la habitación, de esta manera evita retrasos e impagos. Este sí que podría dar propinas gordas, y seguro que es de los que va a otros restaurante se queda esperando sus dos céntimos de vuelta, o lo que es peor, cuando nadie mira, mete la mano en el bote de las propinas y se lleva las que hay. Eso es casi más rastrero que robar en el cepillo de una iglesia. Pensándolo bien, seguro que también lo hace en la iglesia, estos cabrones no dejan pasar una oportunidad de pillar algo de dinero fácil.

Volviendo al tema de la reunión para hablar sobre las propinas, se me ha quedado en modo bucle ese “ser más serviciales”, “ser más serviciales”. Creo que se refieren a que si un cliente te escupe a la cara, debes de darle las gracias y ofrecerle un pañuelo para que le se seque la saliva que le haya podido salpicar.

Al final, creo que la única forma de hacer que esas propinas suban, es servirles lo que pidan con una gran sonrisa, mientras otro de nosotros va su coche, le revienta el cristal y le quita cualquier mierda que haya dentro y que posiblemente valga más que lo que cobramos aquí en un año. Hace poco vino un capullo trajeado y nos dijo que su reloj valía 56.000 pavos, otro puto fanfarrón, o eso pensé yo hasta que busqué el reloj en Google. Sus muertos, era verdad.

Hace algún tiempo pagué una ronda de chupitos. No es que me sintiera feliz y quisiera invitar a mis compañeros de batalla, que va. Lo que pasó, es que llegó una clienta y pidió siete tequilas, se los puse, y cuando le dije lo que valían no los quiso pagar. Fui a hablar con el encargado y me dijo que se tendrían que haber cobrados antes de haberlos puestos, que era mi problema. En verdad tenía razón, tendría que haberles cobrado antes, pero en fin, no pensé que una tía que conduce un Bentley se fijara mucho en esos números que vienen al lado de los menús, pero me equivoqué, zorra. Metí los siete tequilas en un vaso y aún los tengo por aquí en la habitación, estoy esperando un momento feliz para tomármelos. El vaso lleva más de un mes conmigo, parece que los momentos felices se hacen de rogar por estos lares.

Hace una semana vino una clienta y se bebió como cinco copas de vino blanco, para ser más exactos, de un vino que vale más de 260 pavos la botella. Creo que la mayoría de estos “sibaritas” solo piden las cosas para demostrar que tiene pasta. La señora me pagaba en efectivo, y siempre con billetes grandes. Cada vez que le daba el cambio me cogía las manos de una forma peculiar. La primera vez pensé que era una forma de agradecimiento, pero a la tercera vez ya tenía la certeza de que estaba realmente interesada en ellas. No sé si iba del rollo este de energías sensoriales y me estaba chupando un chakra o quería comprármelas y estaba comprobando su calidad, resistencia y talla. En la barra de un bar uno se da cuenta de la cantidad de peña reventada que hay por el mundo, pero no me había encontrado aún con una persona tan interesada en mis manoplas. Desconozco si se llevó parte de mi energía, porque siempre acabo igual de reventado, pero lo que sí se llevó es un taco de piel muerta, es imposible sobar tanto unas manos ajenas y no quitarle parte de la dermis, epidermis y demás mierdas de la que estamos rodeamos. Seguro que llegó a su casa y metió toda esa sustancia en una bolsita con una pegatina de esas blancas, esas que se utilizan para vender droga. Igual tiene una colección de estas bolsitas, uñas, piel muerta, padrastros, pelillo de antebrazo, pelo de muelle, dios sabe que más mierda puede tener esa mujer en su mansión.

Evidentemente no dejó ni un céntimo de propina.