Tengo nuevos colegas, Atreyu y Atreya. Ya sé que Atreyu era uno de los protagonistas de la historia interminable, y que el caballo de este se llamaba Ártax, pero no me acordaba del nombre de este cuando los vi y los llamé así.
El otro día pasé por al lado de un vallado que está a tomar por culo de donde vivo y vinieron a saludarme estos dos. Además son de los que se dejan acariciar los lomos.
El viernes fui a llevarles algo de comer, exactamente tres bolsas de zanahorias y ocho manzanas robadas del bar. Pero no estaban. No sé si los viernes libran de vallado, o cuando llueve se los llevan a otro sitio, pero no estaban.
El lunes volví con las putas zanahorias pero no quisieron acercarse, los veía a los lejos, les mostré las manzanas pero pasaron de mi. Hijos de putas.
Al final tuve que saltar la valla e ir a buscarlos, porque era eso, o volverme con las putas zanahorias por segunda vez, y eso ya era de ser muy inútil, incluso para mi. También podría haberme liado a tirarles las manzanas, pero no me parece una buena manera de hacer amigos. Además, también cabía la posibilidad de que el dueño me viera y no se lo tomara del todo bien. La gente de campo suele tener escopeta.
Estos caballos me caen de puta madre, sobre todo uno de ellos, pero no sé cual, porque son exactamente iguales.
Les
estuve contando que son muy afortunados de vivir en el campo rodeado
de naturaleza, porque por ejemplo, en Sevilla, hay muchos de sus
hermanos que los tienen todo el día enganchados a un carro para
pasear a turistas, y que los tienen con unas viseras o anteojeras
para que no vean lo que pasa a su alrededor. Los pobres no ven lo que pasa a su alrededor, debe de ser una sensación horrible eso de ir por ahí entre todo ese ruido y tráfico y no porder verlo.
Creo que al final de mi monólogo, me miraron como diciendo: Si este es el precio a pagar por unas zanahorias, te las puedes meter en el culo e irte por ahí a contarle tus mierdas a otros animales. Las ardillas, seguro que estas están muy interesadas en escuchar tus historias tristes y deprimentes. ¿Qué carajo nos importa a nosotros los que les pase a los caballos de Sevilla? ¡gilipollas! Vete de aquí o te vamos a partir la cara de una coz. Toma, llevate también las putas manzanitas, idiota.
La
semana que viene vuelvo con una sandía y unos calabacines, igual los
pillo de mejor humor y les cuento la historia de los caballos que la palman en la feria.