¿POR QUÉ NO ESCRIBIR UN BLOG?

¿Por qué no escribir un blog?

Ilustración Luis Llacer @llacerart Hay tantos blogs en Internet que uno más no se iba a notar. Dudo que algo de lo que yo pueda contar ...

jueves, 9 de junio de 2022

Ovejitas

 



Hoy, aprovechando que casi hacía buen tiempo he ido a dar una vuelta por la zona donde vivo ahora. Está chulo este sitio, hay verde, y cuando se acaba el verde, hay más verde, eso significa que llueve una barbaridad, pero en fin, ningún sitio es perfecto, y si existe, os puedo asegurar que no tiene este clima de mierda.

La gente se cree que es broma, pero el tema del tiempo aquí es un chiste, igual hace un caloret de cojones, que cinco minutos después se te ponen los pezones duros del frío. Te tapas los ojos porque el sol te deslumbra y en ese mismo momento te cae un chaparrón, sacas el paragüas y el viento te lo arrebata y lo deposita en el norte de Francia, esto es Inglaterra.

Dentro de mi paseo, he parado un rato a ver unas ovejillas que había en un campo.

Las ovejas siempre me han parecido animalillos la mar de graciosos. Desde lejos uno puede pensar que las ovejas son “peludas, suaves; tan blandas por fuera, que se diría todo de algodón, que no llevan huesos” pero no, en realidad toda esa lana está en bruto, a lo bestia, salvaje, y son de color blanco roto tirando a terracota. El exterior de estos bichos son un foco de infección, no es broma, dicen que las palomas son el equivalente volador a las ratas, pero eso es porque no habéis visto una oveja de cerca. Eso sin contar con que normalmente tiene un zurullo perpetuo, o varios, pegados en la lana del culo. No debe ser cómodo ir por ahí todo el día con una mojama cerca del tubo de escape, pero en fin, la vida de una oveja es así, nadie dijo que ser oveja fuese fácil.

Mientras los observaba, me di cuenta de que casi todas tenían dos crías, no sé si es lo normal, o esto es algo que el hombre a modificado, pero cada bicho de estos tenía exactamente dos ovejitas, casi siempre del mismo color que la madre, o por lo menos las que yo vi.

Tampoco sé si es casualidad, pero por lo que pude comprobar a todas les entra hambre a la misma hora, es como si sonara una alarma que solo estos animales oyen y van al papeo. Al principio pensé que era bonito ver esto de las ovejillas chupando de las ubres, pero la realidad es otra muy distinta. Estas cabronas se acercan a las tetas de las madres y se lían a cabezazos bestiales antes de trincárselas y dejárselas como uvas pasas. No pensé que este proceso fueran tan brusco, en serio, pensé que esto era más bonito, limpio, natural, y por supuesto mucho más indoloro, pero por lo visto no es así.

De lo que estoy seguro, y esto lo pensé mientras veía este panorama, es de que si yo fuera oveja, sería la solterona del grupo, la que no tiene hijos y todas hablan mal de ella, pero mantendría las tetas intactas. Pensadlo bien, ¿Quién carajo quería traer de forma a voluntaria a este mundo a unos seres que te van a reventar las tetas a cabezazos cada vez que tengan hambre? De todas formas, si fuese oveja y hubiese tenido crías por obligación o por un descuido, os puedo asegurar que iban a ser las primeras ovejas de la tierra en alimentarse de pasto desde el minuto uno de su nacimiento. No es broma, yo soy una oveja de lana sucia color terracota, con un zurullo pegado al culo, y estoy en el campo tranquilamente comiendo pasto fresco, mientras me llueve, y vienen mis lechigadas a reventarme las tetas, y me hago un chaquetón con sus pieles. Sería la primera oveja del planeta que llevase puesto encima de su lana un chaquetón de lana de otras ovejas, a lo Jon Nieve. Dos ovejillas jóvenes e insolentes que pensaron que podrían ir por ahí dando cabezazos a las tetas de su madre sin pagar un precio.

Bueno, pues eso, esta es la moraleja de mi día. “ Visto de lejos todo parece más bonito de lo que es en realidad”. La vida de una oveja tampoco es jauja.

Por cierto, las ovejas tiene una mirada de mala leche y desprecio bastante peculiar, incluso diría que casi tan arrogante como la de una camello. Todo el rato que estuve allí no dejaron de observarme con esa mierda cara, como dejándome claro que yo era el pobre desgraciado que estaba encerrado en el otro lado del vallado y no ellas. Igual no se equivocaban y yo era el más pringado de allí, en eso no les puedo quitar razón, pero en algo sí les llevaba ventaja, mi culo estaba limpio. ¡Ahí os quedáis cabronas!