¿POR QUÉ NO ESCRIBIR UN BLOG?

¿Por qué no escribir un blog?

Ilustración Luis Llacer @llacerart Hay tantos blogs en Internet que uno más no se iba a notar. Dudo que algo de lo que yo pueda contar ...

miércoles, 19 de febrero de 2025

This is the end

 


You’re my Heart, You’re my Soul de los Modern Talking. Esta canción sonaba en el momento en que me enrollé por primera vez con una chica.Yo tendría unos 13 años y la chica unos 17. No recuerdo su nombre, pero si recuerdo que era fea. Con esto no quiere decir que yo fuera guapo, yo era y soy un orco, pero dentro de los orcos, era uno menos desagradable que ella. Siempre he pensado que las personas feas deberían de rodearse de personas aún más feas que ellas, de esta manera, destacarían de forma positiva. Pero si esta chica hubiese sido la más guapa de una pandilla, a ese grupo no se hubiese acercado nadie ni con una antorcha y una espada.

 Estábamos en una discoteca que no servía alcohol. Una para chavales menores de edad. Quizás ahí estuvo el fallo, con alcohol todo hubiese sido distinto. Hablábamos de no sé qué, me dijo que la acompañara a la barra, se acercó como para decirme algo, y me metió la lengua hasta la campanilla. Sabía a tabaco. Me separé, le dije que tenía que ir al servicio un momento y subí las escaleras, salí del bar, empecé a andar y no paré hasta llegar a mi casa. Me metí en el cuarto de baño y me cepillé la boca hasta que se me quedó dormida. Luego me senté en el váter y con la mirada perdida me tomé una botella de Oraldine a chupitos. You are my heart, o no. Dos semanas después la volví a ver y estaba con alguien. Un chico que tendría el sentido del gusto muerto. Me alegré mucho por ellos. Todos merecemos ser felices.



La primera vez que escuché “The end” de The Doors, fue en un Pub de Sevilla. Eran los 90. Le pregunté a la chica de la barra si conocía el nombre de la canción, y me dijo que no trabajaba de camarera por conocer todos los nombres de las canciones que se ponían en el bar. Le sonreí y me hizo una peineta con la mano. Simpática ella. Muchas camareras piensan que todos los tíos que hablan con ellas, es porque quieren llevárselas a la cama, y posiblemente estén en lo cierto, pero también podemos preguntarles otras cosas antes, como por ejemplo el nombre de un grupo. En ese antro te dejaban pintar en las paredes. Dejar que la gente te “decore” el local cuando están borrachos era una apuesta muy arriesgada. No sé si el dueño pensaba que al hacerlo, los clientes le llenarían las paredes de obras de arte o poesías de Alberti, Lorca o Machado:

Anoche cuando dormía

soñé, ¡bendita ilusión!

Machado.

Pero no. La primera vez que fui pinté un artístico y maravilloso. “Aquí estuvo Lino”. Me había quedado bastante bien, y eso que nunca he sido muy detallista con la caligrafía. A las dos semanas mi nombre seguía allí, pero alguien había dibujado debajo una polla enorme de color rojo, de ella salían tres gotas. Mi nombre estaba dentro de una de ellas, la más grande. “Aquí estuvo Lino” El bar ya no existe, creo que lo cerró sanidad. La limpieza era inexistente, pero no creo que lo cerraran por eso. Más bien, sería por lo curioso de que pidieras el whisky que pidieras, todos sabían igual. Esto es curioso pero, con el tiempo me pasé al ron, luego a la ginebra y ahora otra vez al whisky. Conozco a varias personas que han dado exactamente los mismos pasos que yo, alcohólicamente hablando. Whisky, ron, ginebra, whisky. No sé si esto tiene alguna lógica, pero es como cerrar un círculo. Es como si tu cuerpo te estuviese avisando: “Amigo mío, empezamos con whisky y con élvamos a acabar, pero quiero que te quede claro, THIS IS THE END”.

Cada vez que escucho esa canción, me acuerdo de la simpatía de esa camarera y de ese pene eyaculando mi nombre.


Una vez me invitaron a una fiesta en un piso en el centro de Sevilla. Aquello era enorme, tendría por lo menos 7 habitaciones. Había una foto en blanco y negro en la cocina, hablo de algo de unos tres metros de alto y cinco de largo, era tan grande que no se podía distinguir bien lo que era. En el baño, el váter estaba a más de un metro de altura del suelo, incluso tenía tres escalones para subir. Algún fontanero debió de gastarles una broma, o simplemente, en esa casa cagaban de pie. Cosas de ricos. Acabé hablando con dos mexicanos. Se estaban bebiendo una botella de mezcal, esas con un gusano asqueroso dentro. La música que sonaba era muy variada, pero recuerdo , “Viento” de Caifanes. No la olvidaré. Me desperté por la mañana en uno de los sofás del salón. Estaba tapado con el abrigo de alguien que olía bien, todavía hay gente buena en el mundo, personas que no te conocen pero te tapan cuando hace frío. Me dolía muchísimo la cabeza y tenía unas ganas horribles de vomitar. Fui al baño y arrodillado en uno de los escalones vomité hasta desear estar muerto. Todo lo que vomite era líquido, menos una cosa, el gusano.

«Tengo un pasajero», del grupo Parálisis Permanente hubiera sido la banda sonora perfecta para aquel momento. Ya cuando me iba, eché un último vistazo a la casa y vi la foto de la cocina de lejos, ahora sí que se veía con nitidez lo que era, una vagina, la foto real de un coño de unas proporciones épicas. Salí y nunca más volví a ver a nadie de aquella fiesta. A veces pienso que todo fue un sueño, pero cuando escucho esa canción, sudo y me dan arcadas.



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario