¿POR QUÉ NO ESCRIBIR UN BLOG?

¿Por qué no escribir un blog?

Ilustración Luis Llacer @llacerart Hay tantos blogs en Internet que uno más no se iba a notar. Dudo que algo de lo que yo pueda contar ...

martes, 10 de agosto de 2021

Basada en hechos reales

 


El padre de Carlos era dueño de una importante firma de abogados de Málaga, y como no podía ser de otra manera, Carlos estudió derecho. A él le hubiese gustado ser piloto de aviones de carga, y  no es que le gustara viajar y ver mundo, lo que le encantaban eran los aviones. Ya de chico se le veía que esa era su pasión. En la guardería pintaba aviones, sus juguetes eran aviones, y en el colegio todas sus redacciones y trabajos iban sobre lo mismo. Incluso recuerdo que, cuando salió a la venta el primer simulador de vuelo para ordenadores, fue el primero en tenerlo. A mí eso del simulador me parecía aburrido de cojones, pero el colega lo flipaba, y al contarte cómo funcionaba, lo hacía con tal entusiasmo y energía, que a uno le entraban ganas de comprarse una avioneta. Esto último es broma, pero me gustaba verlo contento.

Evidentemente al padre le importó lo que su hijo quisiera hacer con su vida. Había fundado un gran bufete de abogados, y quería que su hijo siguiera la senda que él había creado, no cabía otra opción.

Algunas veces me pregunto si los padres de Carlos no lo engendraron sólo con esa intención, cubrir una vacante. En definitiva, una pieza creada con un propósito concreto, perpetuar el negocio.

A los pocos años de estar trabajando en el bufete de su padre empezó a asistir a una psicóloga porque se sentía muy agobiado en la oficina. A decir verdad, lo que se sentía era asqueado de defender a personas que sabía que eran culpables, y de hacer siempre lo mismo con la misma gente y en el mismo lugar.

La psicóloga escuchó con atención todo lo que le contaba y le aconsejó que practicara  meditación al menos una hora todos los días. Y así lo hizo. Durante una hora todos los días desconectaba de todo y se sentía bien, en paz, casi feliz, pero cuando dejaba de meditar, toda esa ansiedad volvía a la cabeza, y lo hacía con tanta violencia, que se sentía incluso peor que antes de empezar a meditar. Era, como describía él mismo, como si al meditar creara una presa en su cabeza, y al terminar de meditar esa presa se rompiera y dejara pasar de golpe todo lo acumulado.  Al final dejó la meditación y se pasó al alcohol y a la marihuana, esto no le solucionaba el problema, pero tampoco requería de un esfuerzo extra cada día.

“Mi trabajo consiste básicamente en ocultar mi desprecio por los cerdos de dirección, y al menos una vez al día meterme en el lavabo y cascármela, mientras sueño con vivir una vida que no se parezca tanto al infierno”. American Beauty 1999

Nunca le pregunté a mi colega si se metía en el baño a cascársela una vez al día, pero sí sé que el resto era bastante parecido.

Las visitas a distintos psicólogos fueron más frecuentes, y las soluciones poco efectivas, deporte, meditación, manualidades, puzles, pintura, yoga y por último, ansiolíticos. Pero esa ansiedad no desaparecía del todo, solo se acumulaba y crecía a la espera de poder atraparlo nuevamente.

Ya cuando parecía que no había salida, pasó algo sencillo que lo cambió todo. Una tarde fue al cumpleaños de uno de sus primos, y estando allí sentado en el sofá recibiendo más consejos de todos sus familiares; Reiki, homeopatía,  natación, Pilates, cuencos tibetanos, taichí, tanques de flotación, etc, escuchó un consejo que sí que le pareció el más acertado. Justo era el consejo que más flojito se escuchaba entre todos, y venía de su sobrino de 12 años. ¿Y por qué no cambias de trabajo? Una solución perfecta que nadie quería ver  porque en el despacho de abogados de su padre se ganaba mucho dinero. ¿A quién carajo le importaba que Carlos fuese feliz o no, si ganaba mucha pasta? Pero un niño de 12 años no entiende aún de esas trampas y dijo lo que pensaba sin más, ahí estaba la clave.

Esto de la historia del sobrino de 12 años suena a película mala de Antena tres, pero eso fue lo que me contó. Yo creo que posiblemente pasaría de una manera más natural. Estaría en el cumpleaños recibiendo consejos absurdos de todos los seres inteligentes de su familia, y en un momento dado se dijo: Iros a tomar por culo, me piro.

Y así fue como se buscó un empleo en una granja de animales en Irlanda del Norte, donde prácticamente se tiraba todo el día limpiando mierda de caballo y llevando carretillas de un lado a otro. Este trabajo le hacía sentir bien, o eso me decía cuando me llamaba. No el limpiar mierdas, no creo que a nadie le haga sentir bien estar por ahí recogiendo boñigas con una pala, pero sí el hacer algo físico al aire libre, algo que no requería estar concentrado y sobre todo, realizar algo en lo que no había que engañar ni hacer sufrir a nadie.

La ansiedad desapareció, y también lo hicieron los ansiolíticos, el alcohol y la marihuana, bueno, esta última no se fue, pero tampoco la usaba para evadirse de sus problemas.

De esto hace ya varios años y allí sigue con sus boñigas y su pala, no creo que tenga ningún interés en volver a su vida de hombre rico, es más, cada vez se aleja más de las personas y se acerca más a los animales.

Este hubiese sido un final perfecto junto con un pequeño extracto de la letra de una canción del grupo Extremoduro, esa en la que dice: “De pequeño me impusieron las costumbres y me educaron para hombre adinerado, pero ahora prefiero ser un indio que un importante abogado”, pero esto es una historia real y los finales no son como uno quiere. El padre murió hace apenas un año y medio, y por presión familiar tuvo que volver a hacerse cargo del bufete que lleva su apellido.

A veces es complicado saber qué hacer, si lo que queremos o lo que debemos, de todas formas, supongo que ahora su familia es más feliz, porque el niño está donde tiene que estar, en su sitio, fabricando dinero y al frente de la empresa de su padre, no importa si para eso necesita ansiolíticos, alcohol y drogas. Me lo encontré hace unos días paseando por Sevilla, con solo 42 años tiene el pelo completamente blanco y la mirada cansada. Espero que un día de estos lo mande todo al carajo y me envíe una foto desde Irlanda empuñando su pala llena de boñigas. 



2 comentarios:

  1. Entiendo la frustración de tu amigo y su desdicha pero lo que no logro comprender es porqué con lo que gana en el bufete no se ha decidido a hacer un curso de vuelo aficionado o de parapente, así puede seguir haciendo ejercicio sin estar cerca de las bolitas de las vacas.

    Saludos refrescantes desde el Noroeste.

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  2. jajaja como solución rápida no suena mal, pero por desgracias no creo que sea tan fácil. Dudo que el problema sean las mierdas de vacas o no hacer ejercicio, o no realizar un cursos de vuelo aficionado. El problema, creo yo, es que está viviendo una vida que no es la suya, es la que otros han elegido para él y de esta manera siempre le irá mal, sí o sí, haga lo que haga, ya sea realizando cursos, practicando mil deportes, terapias varias o comprándose un avión. Pero esta es mi visión del problema. Lo que está claro es que todos tenemos las soluciones para los problemas de otros, somos así de creativos, yo el primero jiji
    Un saludo desde el interior del volcán Sevilla, ayer a las 3:00 de la mañana el termómetro de la casa donde estoy marcaba 33 graditos.

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