¿POR QUÉ NO ESCRIBIR UN BLOG?

¿Por qué no escribir un blog?

Ilustración Luis Llacer @llacerart Hay tantos blogs en Internet que uno más no se iba a notar. Dudo que algo de lo que yo pueda contar ...

lunes, 1 de agosto de 2022

Un buen viaje

 


Hoy me han robado el cargador del móvil. Me he quedado dormido en el tren, y algún ser iluminado aprovechando que tenía el cuerpo en modo reposo me ha birlado el cargador. Hay que ser un cabroncete para realizar dicha hazaña, pero aún así, hay que tener cierta habilidad, y eso hay que respetarlo. De todas formas, si me llego a despertar mientras estaba con las manos en el cargador, me habría visto obligado a amputarle las manos y hacerme dos ceniceros con ellas.

Como soy un tipo medio decente y no me gusta que las cosas malas que me pasan a mí les pase a otros si está en mi mano evitarlo, he avisado al revisor y me ha dicho que he tenido suerte, porque me podría haber robado el móvil entero, no solo el cargador.

Hay personas que saben como aliviar un dolor ajeno. Espero que al terminar su turno alguien le haya pinchado las cuatro ruedas del coche, y alguien le diga que ha tenido suerte porque se las podrían haber robado.

La verdad es que hasta hoy, no se me había pasado por la cabeza que un enfermo mental fuese robando cargadores de móvil, y más aún mientras lo tenía enchufado por dos sitios, el móvil, y el enchufe del tren. Pero ahí estamos. Y lo peor de todo esto, es que me lo han tenido que robar nada más quedarme dormido, porque puse a cargar el móvil cuando me quedaba un 7% de batería, y me he despertado con un 3%.

No sé si estoy que voy a contar solo me pasa a mí, pero cuando me quedo dormido con algo en las manos, mi subconsciente se vuelve super protector de lo que tenga en ellas. Digamos que mientras estoy dormido mis manos se convierten en dos putas prensas hidráulicas.

No es broma, una vez me quedé dormido en una fiesta con una botella de ron entre las manos, y nadie fue capaz de arrebatármela. Hay un vídeo de eso, un vídeo con una calidad de VHS, pero no deja de ser un vídeo que demuestra lo grande que es el cuerpo humano aun cuando no estamos pendiente de él. Cada vez que algún gilipollas intentaba quitarme la botella, mi yo, que no era yo del todo, se aferraba más a ella y la abrazaba, dando a entender que me tendrían que amputar los brazos antes de quitarme el ron. Mi subconsciente pirata estaba al mando, cuidado con eso. También es verdad que mientras mi cuerpo se centraba en esa parte, descuidó otras, y permitió que me pintaran una polla en la frente, pero bueno, no se puede tener una protección máxima.


Si el viaje hubiese quedado ahí, no hubiese podido decir que era un mal viaje del todo, porque eso le puede pasar a cualquiera, aunque no conozca a nadie que le hayan robado el cargador del móvil mientras lo estaba usando, pero bueno, quizás se esté poniendo de moda y yo haya sido de los primeros en experimentar este tipo de hurto.


Podría contar aquí el porqué llegué tres horas tarde al aeropuerto, pero eso lo dejo a la puntualidad británica y sus trenes infalibles. Por cierto, me cago en la puntualidad británica y sus trenes infalibles.

En el aeropuerto de Manchester no es que hubiese una cola para pasar el control de seguridad, es que todo el aeropuerto era una cola, una cola enorme de gente empapada en sudor y con la misma cara que yo, una que gritaba. ¡Cabrones!

Llegué a la puerta de embarque justo a la hora en que el avión tenía que estar aterrizando en Sevilla. Cojonudo. Pero gracias a la puntualidad de Ryanair allí estaba el avión y otra cola para entrar en él. Volar en avión es algo cojonudo, uno pierde un día entero en un trayecto de tres horas, y todavía puede decir que ha utilizado el medio de transporte más rápido y efectivo.

Cuando por fin estaba dentro del puto avión, había una señora mayor sentada en mi asiento. NO se lo dije, pero la miré con cara de: Señora, levántese de ahí y váyase al carajo que no hoy no está el horno para bollos. Pero no, la señora seguía ahí sentada diciéndome que sabía que no era su asiento, pero que si no me importaba me sentara en el suyo, solo siete filas más atrás, lo que viene siendo una fila antes de estar fuera del avión. La señora era muy simpática y su marido también.

Por lo visto, según me decían, todo esto yo de pie en medio del pasillo y ellos sentados, les gusta viajar juntos, pero no quieren pagar para poder elegir los asientos, por lo que cogen los que les asignan gratis y luego se sientan donde les sale de las pelotas. Me gusta la gente que sabe lo que quiere y va a por ello, pero siempre y cuando lo que quieran no sea lo mio.

Eran los ancianos más perfectos que he visto nunca, en serio, ambos con el pelo blanco perfecto, dientes perfectos, color de piel perfecto (posiblemente de playa griega), las arrugas perfectas y la ropa perfecta. Incluso teniendo un chorro de años menos que ellos, les tenía envidia. Hijos de puta..

En fin, que los pobres quieren viajar juntos y cogidos de la mano por si es su último viaje, pero no les gusta gastar dinero para elegir asiento. Como si los demás pagáramos las cosas mientras nos masturbamos del gusto. Valientes mamones.

Total, que viendo la situación, y mientras me miraban con esos ojitos de abuelos perfectos y bondadosos, unos ojos a los que es casi imposible decirles que no, me he sentado en mi asiento.

La vieja perfecta se ha tenido que ir a su imperfecto pero gratuito asiento cerca de la cola. Antes de irse le ha dicho al marido algo que no he logrado entender, pero que posiblemente sería muy desagradable hacia mi persona. Algo así como: Este hijo de puta nos ha jodido el plan, que asco me dan los tiesos estos que viajan en Ryanair.

Realmente me tocan las pelotas los viejos que abusan de los demás sólo por ser viejos. Uno puede encontrarse con ellos por todos los lados, vas al super y ahí está la típica señora de moño blanco que se quiere colar por la cara.

Antes de despegar, el móvil del abuelete no ha dejado de recibir mensajes de whatsapp. No he podido leerlos, aunque me he acercado un poco sutilmente, pero estoy seguro que todos eran de su señora cagándose en mis muertos.

En verdad me importaba un carajo lo que dijese de mi. Si tienes dinero para tener esa ropa, esos dientes postizos, esas gafas Persol y ese color de piel, tienes que tener para volar en otra compañía que te deje elegir los asientos de gratis, o pagarte tus putos asientos de Ryanair.

Por fin llegó el momento en el que por megafonía dijeron eso de poner los móviles en modo avión y ahí se acabó la comunicación con el más allá, justo siete filás más atrás. La vieja tendría que venir andando hasta aquí y decirme sus groserías a la oreja.

El abuelo perfecto que no quería gastar dinero en los asientos compró dos botellitas de vino, un cartón de tabaco, repito, no un paquete, un puto cartón de tabaco, un bocata de carne mechá y un perfume. No sé si ha comprado estas cosas para vacilar y demostrar que tenían dinero de sobra, pero le gusta volar con los tiesos y quitarles sus asiento porque así se sienten más ricos y poderosos, o es que estos viejos hacen las compra normal en el avión. Están los tiesos tiesos que compran en el Aldi, Lidl o Dia, como yo, luego, los menos tiesos que compran en el Corte inglés, y los dioses que hacen la compra en los aviones.

Por cierto, no sé si más personas piensan lo mismo, pero yo paso frío en los aviones. Ayer le pregunté esto a un colega y me dijo que la razón es porque se ha demostrado que este tipo de temperatura relaja a los pasajeros. Igual yo no soy un pasajero, pero a mí, que se me pongan pezones duros me aleja mucho del concepto que tengo sobre la “relajación”.

Justo en este último vuelo, le dije a la azafata que si podía bajar un poco más la temperatura porque aún estábamos vivos. No le hizo gracia, pero se lo dije con los labios morados y echando vaho.

A a vieja le hubiese encantado verme morir, pero no, aquí estoy, y si volvemos a coincidir en un avión y alguno de ellos está en mi asiento, ya pueden levantar sus culos de viejos perfectos.